Posiblemente tenga mucho que ver el estado sentimental del canadiense Mike Milosh, quien en su cuarto larga duración muestra su mejor cara en lo que a sensualidad y cercanía se refiere. Tras andar de un sitio a otro actuando en directo y viviendo en distintas ubicaciones, parece que el músico de Toronto expone su particular creatividad apoyado en la magnífica voz de su pareja Genevieve Medow-Jenkins. De ahí que su nuevo disco sea más que un hogar para el compositor y productor, es un alivio personal tanto por su manera de vivir la vida como por la forma de crear sus nuevas canciones. Las mismas, escritas entre 2019 y principios de 2020, antes de llegar la sufrida pandemia, fueron grabadas en los United Recording Studios, los estudios Revival at The Complex y el estudio casero de Milosh. De la mezcla se encargó Alan Moulder (Nine Inch Nails, The Killers, Against Me!), quien ejecuta un notable empaque sonoro a las trece composiciones incluidas en el álbum. Si hubiese que destacar una por encima del resto sería la brillante ‘Come In Closer’, la cual define un sonido delicado, fino y sensible, causando gran sensación desde su estreno previo. Los arreglos, el ritmo y el soft-pop minimalista son la mejor baza de un disco que, escuchado de principio a fin, puede sonar lineal, plano y en ocasiones, aburrido. Pero lejos de desanimar ó asustar a los oyentes, decir a su favor que contiene mucho trabajo realizado satisfactoriamente, aderezado por los cantos del Danish National Girls Choir, quienes fueron desde Dinamarca hasta Los Ángeles para trabajar en el estudio de grabación. Y si hubiese que señalar más canciones, esas serían, sin duda, ‘Safeworld’ y ‘Black Rain’, la primera con una magnífica instrumentación y la segunda dispuesta para la pista de baile. Sin ser un trabajo que vaya a pasar a la historia de la música, deja un gran sabor de boca y avanza el desarrollo de un proyecto que sigue ofreciendo interesantes momentos musicales.
Alfredo Rodríguez