Tres tipos gerundenses con cara de buena gente nos sorprenden con su primera referencia en formato largo. Su punk rock suena fresco a la par que visceral, poniendo las cosas en su sitio y dejándose en paz de tonterías. Ahogados por el tan socorrido indie en la gran mayoría de festivales y eventos patrios, nos vemos rescatados por este pedazo de disco que nos ofrece un poco de esperanza, pues parece que no todo está perdido. Condimentando unas grandes canciones con un poco de los barceloneses Mujeres y los norteamericanos Wavves, por citar alguna referencia, nos topamos con once canciones que pasan por nuestros oídos de manera rápida y fiera. Desde la inicial ‘Seein’ Black’ o la guitarrera ‘Holy Slap’ que da título al disco, pasando por una ‘Bad Blood’ creada para corear o la hipnótica ‘Friend From The Block’ (no nos quitamos ese sonido del bajo de la cabeza), nos ha enamorado desde la primera escucha, teniendo que hacer otras tres del tirón para corroborar que este disco es único. Y es que si con su maqueta autoeditada (reeditada posteriormente por La Castanya), su split compartido con Furguson y un EP para Discos Humeantes nos dejaron claro que tenían madera, es el momento de confirmar que no son unos novatos, sino unos titanes. Canciones que giran en torno a los dos minutos de duración que caen como losas sobre nuestras cabezas, haciendo que su desenfreno adquiera límites insospechados, coqueteando con ese garaje vacilón que tanto nos gusta y satisface en noches de fiesta repletas de cerveza. Y es que nos viene a la mente la imagen de una sala repleta de gente con mucho calor, sudor y litros de zumo de cebada para festejar un largo que marcará un antes y un después en la particular carrera musical del ahora trío.
[Texto]: Alfredo Rodríguez
